Aunque cueste creerlo Anastasia y Lenin son del mismo país. Hace casi 3 semanas aterricé en Moscú, y después de mucho recorrer todavía me sigue costando entenderlo. Ósea, agua y aceite unidos por un único factor común: el territorio (y el poder claro esta). Pensamientos así extremos en este viaje, varios, pero dicen que los opuestos se atraen, no?
Para poner un poco en mapa a la gente que desconoce varios hechos (como yo lo hacía antes de llegar acá), Rusia es el país más grande del mundo, país con veranos de 15-20 grados, en donde Asia se une con Europa, y las etnias viven sin entender mucho de donde vienen pero sí hacia donde van. Rusia es uno de los países de los que forman ese gran bloque de ladrillos en crecimiento (BRIC), que después de años de comunismo tiene un gran deseo insatisfecho de capitalismo, y que junto al progreso económico dejan de resultado un excesivo número de autos, ropa, tecnología, y hasta comida en la calle difícil de evitar. País en el que sus calles parecen un freacking fashion show constante. País con catolicismo ortodoxo, matrioshkas de hasta 31 piezas y con un alfabeto que convierte al Ruso en uno de los idiomas más difíciles de hablar. País con excesivas burocracias, pero con tal orden y control que hace que uno piense dos veces (o más) cada una de las cosas que quiera hacer.
Como les contaba, llegué a Moscú, Rusia, hace casi 3 semanas para una conferencia internacional de AIESEC (ONG para la cual trabajo y de la cual ya les hablé – www.aiesec.org) que se hace todos los años en distintas partes del mundo. Con la expectativa de estar en una misma sala de conferencias junto a personas de mas de 110 nacionalidades, religiones y pensamientos, llegué a un aeropuerto el cual no puedo pronunciar su nombre, después de un laaaaaaargo viaje (BsAs-Sao Paulo-Istambul-Moscú) y eternas horas de escala. Ya llegar a un país en donde no podes siquiera leer lo que dice en los carteles, aunque no lo entiendas, es un desafío importante. Y así lo fue todo el viaje…. Imagínate la calle, la comida, el metro, la gente, los hostels, TODO incomprensible y 100% a base de señas. Ya al final te gana el cansancio de que no te entiendan y preferís perderte solo (pero al mismo tiempo encontrar lugares increíbles), comer cualquier cosa que te traigan (y conocer platos que jamás te animarías a probar si supieras que fueran), o entender que el museo que estas buscando no lo vas a encontrar y con lo que tenes en frente simplemente basta (para que querer más?), más allá de que estes erróneamente convencido de que seguir fomentando la creatividad de tus señas te va a llevar a buen puerto. En fin, ni bien llegas te encontras con es ola difícil de digerir de una, pero que de a poco va gustando y que después no queres dejar.
De este gran país pude recorrer solo dos ciudades, Moscú y San Petesburgo, pero fue suficiente para poder sumar otro capítulo de historia en mi vida, y agrandar un poco mi paciencia frente ciertas burocracias que nunca entenderé.
Rápidamente hablando, podemos retomar la historia de Rusia desde el surgimiento de los Czares y sus dinastías de gobierno (luego de la revolución de los Mongoles – antes del sigo XX – que gobernaban un territorio pequeño que rodeaba la ciudad de Moscú, y crearon la figura del Czar por el simple hecho de sentirse literalmente dios en la tierra). En la época Czarista, Rusia se convierte en imperio, gracias a personajes como Iván el Terrible, o Pedro el Grande (con sus historias de asesinatos de hijos y padres, territorios ganados y princesas perdidas). Luego de la dinastía mas larga de historia, 300 años, con la familia Romanov, como todo sistema en el mundo, el Czarismo feudal llega a su fin, y con la revolución llega el sistema comunista al país, de la mano de Stalin (todavía pensado como una gran solución a grandes rasgos, hoy en día, por algunos). Luego de guerras mundiales y frías, Lenin y muros, la democracia se establece en Rusia hasta la actualidad.
Por eso ahora me explico, después de tanta historia, porque me llevo mi cartera llena de Registration Cards, papeles que dicen donde estuve en todo momento, a que hora y para que, o mil tarjetitas que me habilitaban pasar del lobby del hotel a la parte de las habitaciones, más allá de que ya era huésped hace 5 días y ya había pasado por la puerta como unas 4 veces. Si hay algo que se después de tantos viajes, es que los hábitos y costumbres, la cultura, vienen de la historia, y más allá de que no guste o uno no le encuentre el sentido, no sos quien para criticar, ya que básicamente no estuviste ahí cuando se creo ese hábito ni podrías describir, por más que leyeras durante semanas, como se sintió estar ahí.
Para ir terminando, después de toda esta historia, burocracias y aprendizajes, como siempre, los dejo con las fotos de la Linda San Petesburgo, con catedrales de colores, palacios de invierno convertidos en museos más grandes del mundo (A.K.A: Hermitage), canales y ríos, miradores y calles amplias y grandes. Y también con las fotos de la histórica Moscú, y su plaza roja, sus museos, tumbas de Stalin y Lenin, con estaciones de metro hermosas construidas super abajo con la idea de soportar cualquier bomba nuclear en la guerra fría, y con el kremlin rojo, grande, cuidando y gobernando siempre (más allá que ahora ya no sea residencia del poder) las calles de la ciudad.
Enjoy 🙂