Primavera bajo cero

Estos últimos días estuve en Europa del Este, más precisamente en Varsovia y Budapest (o en Buda y en Pest), pero hablando más español, y del acento argentino como no lo hacía hace mucho tiempo.

Cuando tuve que comprar mi pasaje a Costa de Marfil no encontré nada más directo que el indirecto trayecto Buenos Aires-Madrid, Madrid-Abdijan, es por eso que de a poco y lentamente me fui acercando al norte para poder volver al país más sur del planeta (irónico no?). En fin, como Europa (Clásica) ya conocía de la época que viví en Francia, África del norte, y algunos países de Europa este me parecieron la mejor e innovadora elección; además tengo algunos amigos viviendo en esos lugares, entonces la excusa de visitarlos se sumaba a mi lista de los pros de porque ir ahí (con otras razones como conocer países que hasta hace muy poco supieron ser 100% comunistas, mezclas arquitectónicas que hablan de la historia de un país y te cautivan, ríos que se congelan e idiomas considerados de los más difíciles del mundo); entonces por eso ahí estaba yo, en primavera pero con temperaturas de bajo cero (hecho que no tuve en cuenta a la hora de decidir ja!). Igualmente tampoco es que fue para tanto, bajo cero hizo solo un par de días en Varsovia (porque justo llovió mucho), después fueron días fríos pero no para tanto!

Varsovia es una ciudad que siempre estuvo en el medio de todo, más estos últimos tiempos de guerras mundiales y frías, y se nota desde los edificios 100% re-construidos, hasta en la gente, completamente callada y respetuosa, casi a veces como si no corriera sangre por ellos- todo el tiempo me sentí rodeada de muñecas de porcelana (mujeres tan perfectas que parece que en cualquier momento se van a romper). Cada dos por tres se me venían imágenes del pianista (que gracias a la recomendación de mi amigo Facu – que vive ahí y fue quien me mostró lo mejor de Varsovia) volví a ver y es increíble la comparación. Es una ciudad de huellas nazis, pisadas a su vez por comunistas, limpiadas por una reconstrucción que tiene una antigüedad de menos de un cuarto de siglo. Es una ciudad altamente creyente que tiene devoción por Juan Pablo II; ciudad de personajes históricos como Chopin o Copérnico, y gracias a eso es también una ciudad con bancos públicos en las calles que emanan música (ver: http://youtu.be/GsmS-5xdM6E ) o con museos de experimentación de leyes físicas que hacen que uno se sienta un niño de un momento a otro (http://www.kopernik.org.pl/en/). Pero al mismo tiempo es una ciudad golpeada tantas veces que no se permite sonreír al 100%, con muchísima historia, historia la cual en mi opinión explica el porque del humor polaco tan poco calido ni colaborativo ni alegre hasta diría. Gente buena onda hay en todos lados, solo que acá supongo que cuesta encontrarla un poco más.

Más allá de la gente polaca, como dije antes, yo estuve más argentina que nunca. Quedarme en lo de Facu, me hizo conocer un grupo de argentinos que por alguna u otra razón de la vida viven ahí, y pudieron acostumbrarse a los 30 grados bajo cero en invierno (gracias al vodka obviamente), pero al mismo tiempo no pueden dejar las raíces completamente, por eso se van de vez en cuando a comer a un restaurante argentino un buen asado. Claramente yo no iba a ser la excepción, y la felicidad de poder comer un bife de chorizo en el medio de Polonia con buena compañía después de no comer buena carne por 4 meses, es algo que solo si sos Argentino vas a poder entender.

Y así, con Polonia, empezó mi acercamiento cada vez más a mi vuelta a Argentina.

De Varsovia partí para Budapest, o para Buda y para Pest (sabían que eran dos ciudades distintas unidas en 1873? Si ya lo sabías, yo no! Entonces me vas a tener que leer repitiéndolo un poco debido a mi asombro). Y si, es loco, dos cosas que sabían funcionar y vivir separadas ahora lo hacer perfectamente y hasta mejor juntas- de repente me dieron ganas de escribir una novela amorosa que se llame Buda y Pest, o ya existirá? Lo buscaré.

Volviendo a Buda y a Pest, me es imposible no hablar de Hungría y todo su background. Lo Húngaros, más allá de sentirse orgullosos de inventos como la birome (que se invento en Argentina pero por un Húngaro, entonces es medio vende-humo que es Argentina no?) o el cubo mágico, se sienten bastante no-orgullosos por todo lo que supieron ser y a medida que paso el tiempo fueron perdiendo debido a sus decisiones. Para entender un poco el background de este sentimiento, hay que saber que fueron colonizados más de los últimos 500 años por los austriacos, los turcos, nazis (solo 1 año pero bastante intenso) y luego comunistas rusos. Imaginá que pudiste ser el país más grande y vencedor, pero desde hace dos décadas sos solo uno más gracias a que otros te ayudaron a liberarte? Igualmente, acá aclaro que este sentimiento es superado por el de  siempre estar agradecidos y concientes de que PUEDEN ser, y que no llegaron a ser totalmente destruidos, aprendiendo felizmente cada día más de la democracia (sin rey ni imperio que los domine).

Pero más allá de cómo se ven los húngaros, Budapest es linda. Linda por toda su mezcla, sus historias de edificios de parlamentos que fueron en su momento los más grandes del mundo (gracias a eso me enteré que el de Argentina ahora es el número 2? El de Bucarest nos gana) mezclados con edificios de arquitectura básica comunista; linda por todas sus iglesias y sinagogas, y al mismo tiempo bares levantados en ruinas (A.K.A los “ruin bars”) en donde es común tomarse una cerveza en una mesa hecha con los asientos y la chapa de un auto; y linda porque no también, por sus bicicletas y más bicicletas, sus puentes unificadores y sus parques de aguas termales.

Como Budapest, Europa del Este es linda. No es linda por las mismas cosas por la que es Paris por ejemplo, pero por eso digo, sino no valdría la pena y hasta sería aburrido; si por más que sea primavera con temperaturas bajo cero, no deja de ser primavera al fin no?

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Grecia: De antiguas expectativas a un disfrute hasta filosófico, difícil de repetir.

Parece loco, lo que las expectativas pueden hacer con uno y como pueden jugar en contra (si uno tiene muchas o muy altas) o jugar muy a favor (si son pocas o bajas), no? Al momento que pise tierra Griega no sentí lo que todo el mundo ya me había dicho (historia, filosofía, pensamientos de miles de años, nacimiento de grandes cosas que hasta hoy en día usamos y mucho más), la verdad no sentía nada más que una sensación extraña de pensar que estaba en España (¿?). What? Si, cualquiera, lo se! Pero bueno… cabe aclarar que venía de Turquía, país 100% musulmán, y además Grecia era mi 1ra parada europea del viaje; además, todo aquel que ya a estado en Grecia o por lo menos sabe o escuchó algo de griego alguna vez, puede coincidir conmigo que la manera de hablar, más allá de no entender ni una sola palabra, pareciera que un español de España muy cerrado con una Z y manera de entonación muy marcada. Entonces ahí estaba yo, en Grecia pero sintiéndome en España… rarísimo!

Por suerte (más allá que me encante España, yo quería conocer Grecia!!) todo siempre llega en algún momento a su fin, y darme cuenta de la verdadera realidad no tardó mucho. En el instante que llegue a mi hostel, “Pitágoras”, y empecé a ver carteles y descripciones por todos lados de este señor que me hizo sufrir un poco con sus teoremas y las cuentas, caí en todo eso que ya antes me habían contado, y así empezó mi viaje por la antigua Grecia (con algunos flashfowards a la actualidad, en alguna que otra isla griega con sus costumbres 100% fiesteras – ya llegaré a eso).

En fin, de Kusadasi (Turquía), tomé mi 1er ferry (de muuuuuuuuchos que me iba a tomar) hacia Samos (isla griega al limite de Turquía). Era igualmente una parada técnica. Cuando pensé el viaje no quería alejarme hasta Atenas (generalmente el viaje a Grecia empieza por Atenas), para después irme a las islas (las más conocidas) para después volver a Atenas; por eso decidí hacer el “island hopping” por mi cuenta y empezando de atrás para adelante (beneficios de viajar sola: hago lo que quiero jaja!).

De Samos (tierra como ya conté antes de Pitágoras y mis primeras impresiones Griegas, ruinas, museos arqueológicos y playas de otro universo) llegué a Mykonos, isla comúnmente conocida por sus fiestas y noche. Acá abro un clásico paréntesis de los de siempre y digo: Los argentinos viajan siempre!! Me encontré, sin ninguna excepción de lugar, en cada destino con algún argento viajero; por ahí ni les hablaba (había algunos que prefería que no y otros no quería molestar), pero el acento característico estuvo siempre! En fin, Mykonos no iba ser la excepción, y me encontré con Flor y Marian (otras dos chicas que les gusta viajar como yo – no del estilo mochilera pero viajeras y porteñas al fin!) con las cuales recorrí Mykonos y Santorini y la verdad la pasé re bien!

Mykonos es el típico pueblito chiquito de casitas blancas, en donde la joda es “perderse”, ósea que nunca me pude sentir tan a gusto (soy de las personas sin mucho sentido de la orientación, de las que se pierden fácilmente y hasta dos veces yendo al mismo lugar – habré encontrado mi lugar en el mundo?). Entre perdida y perdida llegamos a la playa, y no nos molestó quedarnos sin saber como volver; in cre i bles!! Más allá que era temporada baja todavía (principios de primavera) nadé en aguas transparentes, mirando pececitos pasar por al lado mío y todo sin ninguna muchedumbre molestando.

De esta isla con pelícanos sueltos por la calle y, (aunque era pascua ortodoxa y no había ni un 10% de la cantidad de gente que puede haber en Julio o Agosto) isla donde cada medio paso luego de las 7 de la tarde te ofrecen un “free shot” en cada bar, nos tocaba ir a Santorini – super famosa también.

Pero no; Grecia no solo fue el país en el cual terminé al 100% con mi aventura africana luego de tomar la última pastilla contra la malaria que me quedaba pendiente, sino también fue mi contacto nuevamente con la palabra crisis, y con eso sus huelgas y sus derivados, que impidieron que el viaje más frecuente “Mykonos-Santorini” tuviera lugar, y en vez de eso hiciéramos “Mykonos-Syros-Paros-Santorini” (prácticamente lo mismo no? Jaja les había dicho que eran muuuuuuuchos ferries!).

Finalmente llegamos al tan esperado Santorini, isla famosa por sus archipiélagos, volcanes, atardeceres de otro planeta, y lo que yo más añoraba, la posibilidad de alquilar un auto y volver a manejar luego de casi 4 meses sin tocar un volante!

Menos mal que alquilamos el auto, porque el frío que hacía en Santorini no pegaba ni un poco con todas esas expectativas que tenía en mi cabeza sobre la isla, más todavía después de la cálida Mykonos (y bueno, son expectativas, como decía al principio no? No te confíes mucho). Igualmente, como verán en las fotos, me quejo porque aparentemente me debo haber acostumbrado a la buena vista panorámica, porque de verdad ahora pensándolo en retrospectiva, que ganas de molestar que tengo no? Como diría Karina Jelinek, persona que muy extrañamente y fuera de toda lógica estuvo muy presente en conversaciones con una amiga mexicana mía de la época que vivía en Francia en una cena en Atenas frente al Acrópolis (momento loco y vueltero de la vida que llegaré en unos instantes), si Santorini cumple o no con las expectativas, “lo dejo a tu criterio”.

De Santorini, y ahí sin más preámbulos, me fui a Atenas (destino que tuve que patear y correr como nunca ya que gracias a las huelgas se había visto demorado). La sensación imponente y avasallante que te da estar en el Acrópolis, caminando sobre años de historia, filosofía, leyes, democracia, arquitectura, estilos dóricos pisados por romanos, Sócrates, Platón y muchos más, te deja pensando, hasta irónicamente, sobre la mera existencia, cuestión que al ser imposible de responder es mejor olvidar que intentar darle un sentido. Después de tanto viaje ya, como podrán imaginar, soy una fiel seguidora de que más allá del sentido que le encuentres (si ya lo encontraste avisame, yo como muchos sigo buscando el mío), lo que si hay que hacer es disfrutarlo no?

Y finalizando con el disfrute, como no podía ser de otra manera, terminé mi viaje como les conté antes, cenando una comida muy mediterránea (mucho oliva, oliva y oliva) con algunos rasgos turcos (después de más de 400 años de imperio, algo tenía que quedar, no?), mirando al Acrópolis iluminado (que flash hasta escribirlo!!), recordando momentos más que geniales y disfrutados en Francia, con una amiga que no veía hace años, riéndonos de algunos estereotipos latinos (A.K.A el link con Karina Jelinek).

Y si, fue un destino que me hizo pasar de la bikini a la campera, del “Pienso, luego existo” al “Lo dejo a tu criterio”, cosa que nunca había estado en mis expectativas, pero que su vez dejan en mi cabeza un momento disfrutado hasta filosóficamente, difícil de repetir.

Espero como siempre, que DISFRUTEN de las fotos 🙂

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Turquía: Viajando en una alfombra mágica

Cuando empecé a planear el gran viaje gran, Turquía siempre estuvo en mi cabeza. Me acuerdo que una vez salí con un chico que me lo re vendió (especialmente Istambul) y de ahí en más siempre estuvo en mis destinos MUST (simplemente por el destino eh, que el chico era vendedor y que encima me gustaba mucho no tiene nada que ver con las ganas de querer conocer ¿?). Pero también desde ese momento empezaron los comentarios de que es un país para no ir sola, un poco peligroso para chicas, que hay que tener cuidado, etc, etc, etc (comentarios que venían desde este chico hasta mi tía abuela).

Paralelamente, a todo esto, se sumaba que sería el 1er destino que haría sola sola (no solo de este viaje sino que mi primer viaje sola ever), entonces decidí contratar un “tour” o algo más armado, antes que mandarme a ir investigando sobre el pucho.

Grave error!! Si hay algo que aprendí en este viaje es que ningún lugar es tal como te lo pintan, y que probablemente no sea más peligroso que el propio; es decir cada lugar tendrá su historia y lo suyo, si no es el robo, es el tránsito o los hombres, pero nada que sea peor a lo que probablemente pueda pasar en tu propio país (comentario extremamente aplicable a personas que viven en Latinoamérica especialmente). Ojo tampoco hay que irse al extremo y confiar al 100% (habla la que le robaron 3 computadoras en menos de un año-una combinación de extrema confianza y mala suerte), pero con cautela y precaución sin irse a los extremos todo es manejable. Además, que parte de que había vivido 3 meses en Costa de Marfil me olvidé a la hora de contratar un tour en Turquía (país que más allá que solo un 10% de él esté en Europa, ni bien entrás te sentís casi te diría en la UE)???

En fin, podría haberme ahorrado unos pesos y hacerlo por mi cuenta? Si claro! Pero igualmente no fue una mala decisión. La pasé super bien, me llevaron y trajeron a todos lados, dormí genial, comí mejor, conocí gente muy copada (desde un grupo de chinos locos hasta dos viejitas que cuando sea mayor quiero ser como ellas, así de cancheras y viajeras!) y absorbí cada pedazo de historia que cada guía me contó.

Empezando por el principio, Istambul es una ciudad hermosa, llenísima de historia. Por donde se la mire se pueden ver los rastros de lo que fue Contanstinopla (capital del imperio Romano), de la evangelización católica totalmente luego sobrepasada por invasiones turcas y conversiones musulmanes. Ciudad que guarda cuentos sobre el Imperio Otomanico, traiciones de la monarquía hacia el pueblo en la segunda guerra mundial y de héroes que convirtieron al país en república tan recientes, todavía capaces de ser recordados por personas que vivieron con ellos al mismo tiempo y en los mismos años. Istambul es una ciudad que aterriza en Europa (tomé mi 1er Starbucks en meses), pero que te deja almorzar en Asia y volver; ciudad plagada de mezquitas (de hasta más de 6000 personas de capacidad) pero muy cosmopolita y abierta (a diferencia del interior del país), con muchísimos palacios, mezquitas e iglesias convertidas en museos (Ayasofya, Topkapi Sarayi, Dolmabahce), llena de mercados y cosas una más linda que la otra para comprar (ósea si vas a Istambul y decís que no encontraste ningún regalito para nadie es porque sos muy negativo! Es imposible no encontrar nada en el Grand Bazar!).

De Istambul partí para Goreme, más al sur-este, en la zona de Capadoccia, lugar que siempre recordaré por la nieve en Abril que no me dejó volar en globo por Turquía pero que hizo que me comprara el gorrito más abrigador y tierno del mundo J Lugar extremadamente parecido al norte argentino, con cerros de colores rojos y desérticos, pero al mismo tiempo tan distinto con historias de catacumbas y ciudades subterráneas, frescos del siglo V d.C e iglesias convertidas en mezquitas de la noche a la mañana.

De Capadoccia me fui a Pamukkale, lugar en donde los volcanes se mezclan con las ruinas romanas, y de la nieve pasas al calor que hace que quieras meterte al agua. Van a ver en las fotos un lugar increíble, una montaña literalmente de calcio – el mejor lugar!

Y por último de Pamukkale a Kusadasi, límite con el mar mediterráneo, Grecia, y todos sus dioses, antepasados, y el comienzo de lo que será mi viaje por el antiguo imperio griego.

Cuando escribo este post lo hago desde una tranquila isla Griega en el mediterráneo (pronto voy a escribir un post de cómo hago para viajar tanto, por que me llegan muchas preguntas y tengo el leve presentimiento de que cuando escribo frases así deben pensar que tengo una herencia de Mónaco, pero no); escribo lejos de la cultura musulmán, lejos de ver solo hombres en los bares y lejos de sentirme muy mirada por el simple hecho de ser mujer y más allá de tener mucha ropa encima, lejos de los llamados a rezar 5 veces al día desde las 5 de la mañana, lejos de los gatos y cerca de los perros (sabían que el animal favorito de Mohammed era el gato, por eso vi tantos este último mes sin casi ver perros en la calle?), lejos de los baños turcos, lejos de las pashminas, alfombras, joyas y sus regateos constantes, lejos del kebab y todos sus derivados (que tanto pero tanto me gustaron), lejos del velo y todo lo que éste implica; escribo ya más cerca de pascuas, y con eso más cerca del catolicismo ortodoxo.

Los dejo con las fotos de lo que denomino el país que me hizo sentir como si estuviera en un Magic Carpet Ride, rodeada sultanes, alfombras y lámparas de genios mágicos 🙂

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